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El asno de oro

  • Foto del escritor: C.P. MIGUEL DE CERVANTES GIJÓN.
    C.P. MIGUEL DE CERVANTES GIJÓN.
  • 10 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

Es una obra imaginativa, irreverente y entretenida que consigna las ridículas aventuras de Lucio, joven viril obsesionado con la magia. Encontrándose en Tesalia, “cuna de la magia”, Lucio busca fervientemente la oportunidad de ser testigo del uso de la magia. Su entusiasmo desmedido lo lleva a verse transformado accidentalmente en asno. Bajo esta forma, Lucio, miembro de la aristocracia romana, se ve forzado a ser testigo y víctima de las miserias de los esclavos y desposeídos, reducidos —al igual que él— a poco más que bestias de carga debido a su explotación a manos de ricos terratenientes. Siglo II d.C.





Lucio APULEYO


(Madaura, actual Argelia, h. 125 - Cartago, hoy desaparecida, actual Túnez, h. 180) Escritor latino. Se formó en retórica en Cartago y acudió a Atenas para iniciarse en la filosofía de Platón. Viajó por diversas ciudades y países, hasta que se instaló definitivamente en Cartago. Acusado de haberse casado con una viuda rica de Trípoli mediante unos encantamientos maléficos, escribió en su defensa la Apología de Apuleyo o Sobre la magia, un importante discurso escrito según las normas de la elocuencia jurídica que constituye el único testimonio de este tipo que se ha conservado de la época imperial.

Apuleyo

A partir de entonces desarrolló una brillante carrera de orador en Cartago, donde sus discursos tenían mucho éxito. Su fama como literato se debe a La metamorfosis, conocida en la Antigüedad como El asno de oro, novela en once partes que ofrece una penetrante y divertida sátira de la sociedad de su tiempo. Escrita en prosa hacia el año 180 y considerada una de las primeras novelas de la historia, la obra nos ofrece una visión caleidoscópica del mundo, entre crítica y mística, y relata la historia de Lucio, un héroe interesado por la magia que acaba siendo su víctima para peregrinar por el mundo metamorfoseado en asno. Lucio sortea difíciles peripecias y pruebas rituales y, gracias a su iniciación en los misterios de la diosa Isis, recupera finalmente su forma humana.

La historia muestra los inciertos límites entre lo prohibido y lo permitido, y los riesgos de la trasgresión. El protagonista del relato había sido castigado por burlarse de Amor durante una exaltación lujuriosa, y recuperó la esperanza al enterarse de que Psiqué había sido perdonada tras haber pecado. A través de la identificación de ambos personajes, Lucio Apuleyo produce un efecto poético cargado de magia y sugiere la moraleja de que el hombre que se deja llevar por sus instintos yerra, pero gracias al perdón final puede salvarse para llevar una vida más elevada.

Para componer El asno de oro, Apuleyo se basó en Lucius o el asno, obra que había sido escrita a finales del siglo I a.C. por Lucio de Patrás y que narraba distintos sucesos de conversión de hombres en animales, y también en las numerosas situaciones humorísticas que formaban parte de las narraciones del griego Arístides y de algunos sofistas.

Apuleyo escribió esta narración en primera persona, en un estilo ágil, alternando un tono serio con otro cómico, e incluso grotesco; y la estructuró sobre varios niveles narrativos: de la inicial forma autobiográfica a múltiples voces que intercalan historias alrededor del tema principal. En los primeros tres libros manifestó su preocupación moral; en los libros IV al VI narra las aventuras de Amor y Psiqué, núcleo y eje estructural de la obra; y en el epílogo, donde Lucio consigue la redención, el autor crea una atmósfera más mística.

Muchos siglos después, El asno de oro ejercería una notable influencia en la narrativa europea, desde Giovanni Boccaccio hasta Henry Fielding, pasando por la novela picaresca española y algunos pasajes de Miguel de Cervantes. Otras obras de Apuleyo son Florida (158-170), una antología de sus discursos, y algunos tratados filosóficos en torno a Platón y Sócrates, como los titulados Platón y su doctrina y Acerca del dios de Sócrates.



"Había ya pasado la mayor parte del día cuando, desfallecido, me desengancharon del collarón, y, libre de la atadura de la máquina, me llevaron al pesebre. Por muy fatigado y necesitado de restablecer fuerzas que estuviera, y muerto de hambre por demás, me dejé llevar de mi habitual curiosidad, posponiendo la comida –que por cierto era abundante- para luego, y me puse a observar con angustia el sistema de vida de aquella fábrica: ¡Por la bondad divina! ¡Qué desechos humanos! Con la piel cruzada de cardenales, la espalda llena de llagas, más que cubiertos, iban sombreados solamente con andrajos rotos […] Llevaban la frente marcada, el cabello medio rasurado, y los pies con grilletes; estaban pálidos, y con las pestañas chamuscadas por el humo y la polvadera."

Conexión desde la estación espacial Espacio Profundo 9, cuadrante Alfa en la Vía Láctea con el Colegio Público Miguel de Cervantes de Xixón, Asturias en el planeta Tierra.




Desde hoy hasta la tertulia de la próxima semana





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