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Un yanki en la Corte del rey Arturo

  • Foto del escritor: C.P. MIGUEL DE CERVANTES GIJÓN.
    C.P. MIGUEL DE CERVANTES GIJÓN.
  • 18 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

Si Mark Twain es uno de los escritores que mejor ejemplifica las contradicciones de su tiempo, su ingente confianza en los proyectos tecnológicos de la última mitad del siglo XIX a la vez que su escepticismo y desilusión que el mismo progreso le causaba, Un yanqui en la corte del rey Arturo es el fiel reflejo de esa dicotomía. Empieza burlándose y satirizando el pasado medieval y acaba cuestionando la superioridad del presente moderno e industrializado.

Tras sufrir un golpe en la cabeza, de manera inexplicada e inexplicable, el yanqui de Twain es transportado hacia atrás en el tiempo y arrastra consigo todo el conocimiento tecnológico del siglo XIX y su ideología republicana y protestante.





Mark TWAIN


Mark Twain (pseudónimo literario de Samuel Langhorne Clemens) nació en 1835 en la pequeña aldea de Florida, en el estado norteamericano de Missouri.

Y creció en Hannibal, un puerto fluvial próximo al río Mississippi, lugar que inspiraría muchas de sus obras. A los doce años, debido a la muerte de su padre, el abogado John Marshall Clemens, tuvo que abandonar sus estudios para ayudar económicamente a su familia. En su primera juventud trabajó en una imprenta. Con dieciocho años abandonó su hogar y se dedicó a viajar. Fue así como empezó a escribir breves relatos de viajes y a publicarlos en el Journal de Muscatine, que pertenecía a su hermano mayor. En los siguientes años fue tipógrafo en Nueva York y Filadelfia, y aprendiz de piloto en un barco a vapor, hasta que la Guerra de Secesión imposibilitó por completo la navegación. Se alistó entonces durante un corto periodo de tiempo en el ejército de la Confederación, abrió su propio negocio de maderas, probó suerte en las minas de plata de las montañas de Nevada, y trabajó como periodista en el Territorial Enterprise de la ciudad de Virginia. Fue en 1863 cuando empezó a firmar sus obras bajo el pseudónimo de Mark Twain, nombre que hace referencia a una expresión típica en los cantos de trabajo del río Mississippi, y que significa «dos brazas de profundidad», es decir, el calado mínimo necesario para la buena navegación. Su primer éxito literario lo conseguiría en 1865 con el cuento corto «La famosa rana saltarina de Calaveras County», pero su fama se consolidaría con la publicación en 1876 de Las aventuras de Tom Sawyer, que tendrían una continuación en 1884 con Huckleberry Finn. De esa época data también otra de sus obras maestras, Un yanqui en la corte del rey Arturo (1889). En 1893 Twain se arruinó completamente tras la inversión en una imprenta automática, y se vio obligado a dar conferencias por todo Estados Unidos y el resto del mundo para recuperarse económicamente. Esto, junto a otras experiencias negativas que azotaron a su familia, fue lo que le hizo pasar de un estilo inspirado en el humor a un oscuro pesimismo. De esa época datan sus obras más sombrías: El hombre que corrompió Hadleyburg (1899), o Los sinsabores de la vida humilde (1900). Considerado por autores de la talla de William Faulkner o Ernest Hemingway como «el padre de la literatura americana», Twain, que se sirvió de su propia vida para encontrar la inspiración literaria, hizo oír su protesta en una época en que la vida en los Estados Unidos estaba dominada por el materialismo y la corrupción. Falleció el 21 de abril de 1910, en la ciudad de Nueva York. Impedimenta ha publicado Los escritos irreverentes, pequeñas diatribas bíblicas escritas entre 1870 y 1909, y Los diarios de Adán y Eva (1893), ilustrados por Sara Morante.



"Se llamaban hombres libres, pero no podían abandonar las propiedades de su señor feudal o de su obispo sin contar con un permiso expreso; tenían que tragarse la ira cuando las partidas de caza del señor galopaban a través de sus campos, arruinando los frutos de su paciente tarea; cuando, finalmente, se había recogido la cosecha, comenzaba la procesión de ladrones para exigir sus chantajes; porque había impuestos, e impuestos, e impuestos, y más impuestos sobre este paupérrimo hombre libre e independiente, pero ninguno sobre el lord, el barón o el obispo, ninguno sobre la derrochadora nobleza o la Iglesia voraz. "

Conexión desde la estación espacial Espacio Profundo 9, cuadrante Alfa en la Vía Láctea con el Colegio Público Miguel de Cervantes de Xixón, Asturias en el planeta Tierra.




Desde hoy hasta la tertulia de la próxima semana







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